Tomado del blog: http://blog.antoniomf.com/
ACTITUDES POR ENCIMA
DE APTITUDES
Cuando entramos a trabajar en un nuevo empleo, o nos
integramos en un grupo de nuevos amigos, o conocemos a los familiares de la
persona con la que vamos a prometernos en matrimonio, adoptamos, de forma
automática, una actitud prudente y positiva. Escuchamos con atención, pensamos
las palabras precisas antes de hablar, nos comportamos con cuidadosa
exquisitez. En suma, disciplinamos nuestra actitud pues intuimos que va a ser
crucial en la imagen que ofrezcamos de nosotros mismos.
En esos momentos, comprendemos que lo básico es la actitud a
mantener (de respeto, por ejemplo), y sobre la misma se podrán edificar las
aptitudes (por ejemplo: hacerse simpático). Las aptitudes se construyen sobre
los cimientos de las actitudes. ¿Pero a qué llamamos actitudes? ¿Qué son?
Busquémosle acompañantes al término ‘actitud’:
Actitud...motivada.
Actitud...concentrada.
Actitud...relajada.
Actitud...firme.
Actitud...alegre.
Actitud...ambigua.
Actitud...segura.
Existen múltiples posibilidades, múltiples materiales para
la actitud. Entre otras cosas, la actitud es motivación (o desmotivación), y es
concentración (o dispersión, despiste), y es relajación (tensión), y es firmeza
(o titubeo, debilidad), y es alegría (o tristeza), y es ambigüedad (o
claridad), y es seguridad (o duda).
En las aptitudes de los demás se suele depositar la
confianza. ‘Es listo’, ‘podrá hacerlo’, ‘ es capaz’, ‘ha demostrado ser hábil’.
La desconfianza y la decepción llegan por la vía de las actitudes. ‘Ha perdido
interés’, ‘ va a los suyo y punto’, ‘es bueno, pero su soberbia le impide ser
consciente de que aún debe seguir aprendiendo’, ‘siempre es el más rápido, pero
últimamente mira a los demás por encima del hombro’.
Lentamente, desde la niñez a la edad adulta, pasando por la
adolescencia y la juventud, sin ser muy conscientes de su importancia, vamos
modelando nuestras actitudes. Sin embargo, en nuestra vida diaria atendemos
mucho más a las aptitudes, a las habilidades, a las capacidades, pensando que serán
éstas las decisivas. Y a corto plazo, es muy posible que así sea.
Pero a medio y largo plazo, las que van a resultar
fundamentales en nuestra relación con los demás, y con nosotros mismos, serán
las actitudes. El control de las propias actitudes, y el desarrollo de las
positivas y la mejora de las negativas, debe ser objeto de atención. ¿No le
parece?
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Un saludo
Antonio Moya